Escuela, Psicologia

Niños que no “paran” y/o se distraen con facilidad (TDAH)

26 noviembre, 2014

 

¿Qué es el TDAH?

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH),  es un trastorno que vemos en nuestras consultas de atención primaria y que puede ser diagnosticado y tratado de manera adecuada a partir de los 6 años de edad y no esperar a que ocurra un fracaso escolar a partir de los 11 años para intentar buscar una solución al problema. La prevalencia del trastorno que ronda el 6 % según las series, no se acerca a nuestra realidad, muy a pesar de los que opinan todo lo contrario y que piensan que el TDAH es una invención de los laboratorios.

 La estadística no suele fallar, y un 6% en un aula de 30 niños equivaldría a que 2 de ellos padecen un TDAH y realmente en las aulas si preguntáramos cuántos niños están diagnosticados y tratados por TDAH veríamos que no hay tantos como se cree. ¿Dónde están esos casos?. Lamentablemente son casos sin diagnosticar y que con el paso de los años si no se han diagnosticado e iniciado un tratamiento adecuado acabarán teniendo problemas de fracaso escolar, problemas de conducta entre otros.

Criterios diagnósticos 

La sintomatología del TDAH es muy amplia y distinguimos dos partes diferenciadas, por una lado los síntomas de INATENCION:

Con frecuencia falla en PRESTAR la debida atención a los detalles o por descuido se cometen errores en las tareas escolares, en el trabajo o durante otras actividades (por ejemplo, se pasan por alto o se pierden detalles, el trabajo no se lleva a cabo con precisión).

Con frecuencia tiene dificultades para mantener la atención en tareas o actividades recreativas (por ejemplo, tiene dificultad para mantener la atención en clases, conversaciones o lectura prolongada).

Con frecuencia parece no escuchar cuando se le habla directamente (por ejemplo, parece tener la mente en otras cosas, incluso en ausencia de cualquier distracción aparente).
Con frecuencia no sigue las INSTRUCCIONES y no termina las tareas escolares, los quehaceres o los deberes laborales (por ejemplo, inicia tareas pero se distrae rápidamente y se evade con facilidad).
Con frecuencia tiene dificultad para organizar tareas y actividades (por ejemplo, dificultad para gestionar tareas secuenciales; dificultad para poner los materiales y pertenencias en orden; descuido y desorganización en el trabajo; mala gestión del tiempo; no cumple los plazos).
Con frecuencia evita, le disgusta o se muestra poco entusiasta en INICIAR tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido (por ejemplo tareas escolares o quehaceres domésticos; en adolescentes mayores y adultos, preparación de informes, completar formularios, revisar artículos largos).
Con frecuencia pierde cosas necesarias para tareas o actividades (por ejemplo, materiales escolares, lápices, libros, instrumentos, billetero, llaves, papeles de trabajo, gafas, móvil).
Con frecuencia se distrae con facilidad por estímulos externos (para adolescentes mayores y adultos, puede incluir pensamientos no relacionados).
Con frecuencia olvida las actividades cotidianas (por ejemplo, hacer las tareas).

Por otro lado distinguimos los síntomas de  Hiperactividad e Impulsividad.

Seis (o más) de los siguientes síntomas se han mantenido durante al menos 6 meses en un grado que no concuerda con el nivel de desarrollo y que afecta directamente las actividades sociales y académicas/laborales:

Con frecuencia juguetea o golpea con las manos o los pies o se retuerce en el asiento.
Con frecuencia se levanta en situaciones en que se espera que permanezca sentado (por ejemplo, se levanta en clase, en la oficina o en otro lugar de TRABAJO, en situaciones que requieren mantenerse en su lugar.
Con frecuencia corretea o trepa en situaciones en las que no resulta apropiado.
Con frecuencia es incapaz de jugar o de ocuparse tranquilamente en ACTIVIDADES recreativas
Con frecuencia está `ocupado`, actuando como si `lo impulsara un motor` (por ejemplo, es incapaz de estar o se siente incómodo estando quieto DURANTE un tiempo prolongado, como en restaurantes, reuniones; los otros pueden pensar que está intranquilo o que le resulta difícil seguirlos).
Con frecuencia habla excesivamente.
Con frecuencia responde inesperadamente o antes de que se haya concluido una pregunta (por ejemplo, termina las frases de otros; no respeta el turno de conversación).
Con frecuencia le es difícil esperar su turno (por ejemplo, mientras espera una cola).
Con frecuencia interrumpe o se inmiscuye con otros (por ejemplo, se mete en las conversaciones, juegos o actividades; puede empezar a utilizar las cosas de otras personas sin esperar o recibir permiso; en adolescentes y adultos, puede inmiscuirse o adelantarse a lo que hacen los otros).

Debemos tener en cuenta los subtipos de TDAH que podemos encontrar. Por un lado estaría el TDAH subtipo impulsivo-hiperactivo, que sería el que más llamaría la atención tanto en la familia como en la escuela porque realmente llega a molestar. El segundo subtipo sería el TDAH inatento en el que predominan los síntomas de inatención. Estos muchas veces pasan desapercibidos porque realmente su comportamiento no molesta y no llama la atención. El tercer subtipo sería una mezcla de los dos primeros en el que hay síntomas combinados.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico del TDAH se hace por la clínica, es decir que pasando unos test y observando al niño podemos llegar al diagnóstico sin precisar de pruebas complementarias sofisticadas ni analíticas de sangre.

De manera esporádica aparecen publicaciones en periódicos locales o en otros casos con mayor difusión en los que poco más o menos se dice que tratamos a demasiados niños por un problema que realmente no tienen. Hay “grupos antimedicación” del TDAH al igual que hay otros grupos antivacunas.

Se está insistiendo mucho en este tema pero los pediatras sabemos distinguir  entre lo que es un niño con TDAH y un niño maleducado, o un niño con rabietas y/o malhumor.

¿Cómo tratarlo?

En los casos necesarios tendremos que recurrir a un tratamiento farmacológico que siempre debe ir acompañado de un tratamiento psicopedagógico asociado. Son tratamientos complementarios que si se realizan de manera exclusiva van a ser insuficientes.

Siempre resulta difícil iniciar un tratamiento de larga duración, más aún cuando se trata de niños, Aquí el papel de vuestro pediatra tiene que ser determinante para haceros entender la necesidad del mismo. A la hora de iniciar o  explicar  un tratamiento a los padres de nuestros pacientes tenemos una ventaja y es que los conocemos, la mayoría de las veces desde hace muchos años. Teniendo en cuenta que el diagnóstico del TDAH no se puede hacer hasta los 6 años de edad, podemos estar hablando de 6 años de contactos en la consulta y eso hace que los padres acepten quizá con más facilidad un tratamiento iniciado por su Pediatra.

Se han hecho estudios con diferentes dietas especiales como la retirada del gluten de la dieta, azúcares… sin resultados beneficiosos.

Es muy importante evaluar el estado nutricional del niño con TDAH ya que una nutrición inadecuada podría estar dando sintomatología de TDAH que desaparecería mejorando la alimentación o recurriendo a un suplemento nutricional

En la última revisión que he hecho sobre este tema de “las dietas milagro en pediatría” sólamente se observaba una mejoría en sintomas de TDAH con el uso de ácidos grasos Omega 3-Omega 6 (Omega Kids)  por lo cual pueden ser una alternativa en esos niños en los que los padre no quieren medicar.

Y para acabar, una reflexión ¿alguien se plantearía no tratar una diabetes con insulina?. ¿Por qué no tratar el TDAH con el fármaco necesario?

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