Accidentes

Prevención de ahogamientos

26 junio, 2015

En Europa, el ahogamiento constituye la segunda causa de muerte por accidente, después de los accidentes de tráfico, en menores de 19 años, y en nuestro país representa el 13% de la mortalidad infantil por lesiones. Cada año fallecen por este motivo 450 personas incluidas dentro de la edad pediátrica, siendo los los niños pequeños y los adolescentes varones los grupos de mayor riesgo.

Por ello al estar inmersos dentro de una nueva temporada de baño debemos recordar lo más importante es la supervisión del niño que se encuentre próximo a cualquier entorno acuático (piscina, bañera, playa o cubos con agua, etc) “entendiendo como vigilancia adecuada cuando la distancia al menor es inferior a la longitud del brazo del cuidador, es decir, de lo que se trata es de tenerlos al alcance”. La presencia de un socorrista es la mejor forma de evitar que los accidentes acuáticos terminen en ahogamiento, pero no por ello se debe dejar de vigilar a los niños. Otra forma de prevención que se ha mostrado efectiva para disminuir las tasas de ahogamientos es que los niños aprendan a nadar, sobre todo a partir de los 4 años, pero esto no proporciona una protección completa, ni implica que el menor esté a salvo en un entorno acuático natural. Los padres deben saber que impartir clases de natación a los niños pequeños o a aquellos que no hayan adquirido suficientes habilidades no evita los ahogamientos, ni proporciona una protección completa, por lo cual es necesario mantener una supervisión continua. El saber nadar bien en la piscina no implica que el menor esté a salvo en un entorno acuático natural, por lo que nunca deberá nadar sin la supervisión de un adulto

Otra recomendación es el cercado completo de la piscina, a lo largo de todo el perímetro, lo suficientemente alto para que no se pueda trepar y que permita la visión de la piscina. Es preferible el uso de chalecos salvavidas y evitar el uso de flotadores que se puedan deshinchar. Resulta aconsejable el entrenamiento en maniobras de Reanimación Cardiopulmonar (RCP) tanto para padres como para adolescentes y niños mayores, ya que “la protección cervical adecuada, el tiempo transcurrido desde el ahogamiento y la aplicación precoz de medidas de RCP por personal entrenado resultan cruciales para mejorar el pronóstico en un ahogamiento”.

Debemos recordar algunas sencillas medidas que pueden evitar lesiones y accidentes como vaciar cualquier recipiente con agua después de su uso (por ejemplo los cubos de la fregona), ya que en el caso de niños pequeños, el ahogamiento puede ocurrir con tan poca cantidad de agua como 2 cm en el fondo de un cubo, una bañera, una piscina portátil o un pozo; evitar situaciones de distracción mientras los niños están dentro o alrededor del agua como hablar por el móvil; o enseñar a los niños a que no naden sin la supervisión de un adulto.

Con el objetivo de concienciar sobre la importancia de estas medidas, la Asociación Española de Pediatría ha recopilado todas las recomendaciones para la prevención de lesiones relacionadas con el ahogamiento en varios artículos que se pueden consultar en su web de En Familia, así como los pasos a seguir en caso de asfixia producida por la inmersión. Alcohol y natación, mala combinación. El 25% de los casos de muerte por ahogamiento en adolescentes está asociada al consumo de alcohol. Por ello, desde el Comité de Seguridad y Prevención de Lesiones No Intencionadas en la Infancia de la Asociación, subrayan la importancia de advertir a los adolescentes del riesgo que supone consumir alcohol o drogas mientras se practica la natación o cualquier otra actividad deportiva acuática. Por otro lado, avisan del riesgo de tirarse de cabeza en el agua, ya que esta práctica causa más del 70% de todas las lesiones medulares relacionadas con actividades deportivas y recreativas.

Se deberían solicitar medidas de seguridad a nivel europeo para las piscinas públicas que incluyan la señalización del nivel de profundidad del agua, además de otros aspectos como bordes de escalones coloreados, equipos de salvamento y tapas en orificios de succión; e implementar el uso de señales y símbolos de seguridad estandarizados como por ejemplo el referido a la prohibición de tirarse de cabeza. Extender los criterios de seguridad a las piscinas unifamiliares y de comunidades de vecinos ya que son el lugar donde mayor número de ahogamientos se registran y se está observando un incremento. Establecer unos mínimos de seguridad a nivel estatal “dirigidos a armonizar la legislación autonómica e incrementar las medidas de seguridad en las piscinas que obliguen, entre otras cosas, al vallado completo, tanto de las piscinas públicas como de las privadas”.

Debemos recordar siempre que toda precaución es poca y que aunque a veces los pediatras somos insistentes, lo que queremos es prevenir que ocurran accidentes que son evitables.

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